Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porque no quiero esperar nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, solo vive intensamente.- William Shakespeare
Algunas personas “aman demasiado”, a veces a tal punto que dan todo quedándose con una amarga sensación de vacío. El partenaire vendría a llenar ese agujero que tales personas sienten, pasando a ser imprescindibles. Con la presencia de ellos desaparecería la sensación de vacío, reemplazándose por una ilusión de completud. En estas parejas suele pasar que se borran las diferencias entre ambos, mimetizándose, comenzando a establecerse un vínculo donde cada uno tendría que colmar todas las necesidades y deseos del otro.El riego es que el otro se vuelva tan importante que no se pueda “vivir sin él o ella”, o mejor dicho, que su ausencia (aunque sea temporaria) produzca mucha angustia y sensación de abandono. Es común ver que en estas relaciones hay cierta dependencia precisando implementar distintas maneras para disimular la distancia, por ejemplo: llamarse varias veces al día, hacerse regalos (cartas, caramelos, detalles), hacer las mismas actividades, ¿compartir todo? o ¿imposibilidad de despegarse?
Esto que pareciera normal en una primera etapa del enamoramiento, puede volverse un problema en otros momentos de la relación. Pues con frecuencia aparecen los controles, las demandas excesivas de atención, los celos desmesurados, se cierra el círculo de amigos porque “como se aman deben” estar siempre juntos…Cada vez el vínculo se hace más simbiótico y la menor señal de autonomía se vivencia como una herida profunda y/o como un acto de desamor. Con el tiempo uno de los dos se convierte en el dador y el otro en el receptor; la pareja se torna despareja.En consecuencia, ambos se pierden la posibilidad de pedir, de extrañarse, se ser distintos, de ser uno mismo y de estar uno con el otro pero de verdad.
Me refiero a esto de “quisiera o me gustaría ir al cine con vos”, “tengo ganas de llamarte” y no “es obvio que al cine vamos juntos”, “es rutina que a tal hora nos llamemos por teléfono”. La mayoría de las veces estas órdenes no son verbalizadas pero implícitamente están, por eso que mencioné antes, si a uno de los dos se le ocurre ir solo al cine con amigos se interpreta como que algo anda mal en la pareja, dado lugar a las peleas, confusiones y demás menesteres.
En estas relaciones se pierde esto de ser dos individualidades compartiendo un mismo rumbo, se confunden, se fusionan y actúan como si fueran uno solo.