Me miras directo a los ojos y me dices que no he cambiado nada. ¿Qué sabés? Ni siquiera creo que recuerdes cómo era realmente. Es más, ni siquiera sé si alguna vez llegaste a conocerme. Y lo cierto es que desde que te fuiste he cambiado mucho. Ahora sé vivir con el dolor y he aprendido a tragarme toda la tristeza y las ganas de llorar o de gritar para poder poner una sonrisa en mi rostro. No es engañarme a mí misma. Yo sé como estoy, es sólo tratar de no angustiar a los demás. Sí... siempre fui así, supongo que en eso no cambié. Me preocupó por los sentimientos de todos los demás pero no dejo que nadie comparta el peso de los mios. Aún tengo un nudo en mi garganta que contiene todo tu amor. ¿Acaso eso veías en mis ojos?