No sabía que mis lágrimas podían escapar tan fácilmente, que podían recorrer con tanta velocidad mis mejillas. No sabía que un dolor tan grande te puede hacer sentir una enorme presión que intenta aplastarte los pulmones para hacerse con el corazón. Pero de eso va la vida... de equivorse y aprender, de llorar y de reír, de decir adiós y dar la bienvenida. Lo que más aprendí de toda esta mierda, es que hay que aceptar las cosas. Estas son como son, y una muchas veces no puede hacer nada para cambiar esa maldita realidad de la que tanto desea escapar. Y bueno, algún día habré llorado tanto que me quedaré seca. Algun día habré maldecido tanto que llegará un momento en el que finalmente lo acepte. Caerse y seguir, de eso se trata. Los que no lo saben son los que se quedan atrás.